El pasado Viernes Santo, horas
después de toda la movida de la Madrugá, lo único que oí de manera repetida
fue: “Yo el año que viene no voy a la Madrugá, yo paso, no hay necesidad”.
Estoy de acuerdo, no vengas. Ni tú ni todas las personas que tienen miedo. No
quiero a cobardes en las calles de Sevilla en Semana Santa. Quiero tener a mi
lado a personas (desconocidas y conocidas) que sepan estar y enfrentar este
tipo de situaciones. Si vas a tener miedo, a gritar como una loca a la mínima
situación, quédate en tu casa viendo Canal Sur o ElCorreoTV y deja a los demás
vivir una noche tranquila, porque tu miedo lo único que hace es generar más
miedo a los demás y crear un pequeño caos. Y lo digo porque sé que el año que
viene, llegará Semana Santa, todo avanzará en su curso normal y cuando llegue
la Madrugá de nuevo, este tipo de personas volverán a pisar las calles y a
tener miedo a la mínima, y vuelta a empezar.
Algunos dicen que la manera de
enfrentarlos es salir todos a la calle y ver las procesiones con valentía,
naturalidad y normalidad. ¿Para qué? ¿Para que al mínimo ruido empiecen a
correr hacia el infinito y más allá? Discrepo de esto. Al fin y al cabo, el
único que debe salir a la calle es Él y su madre, y tened por seguro que
siempre, siempre, siempre, va a estar acompañado. Y otra cosa tened por seguro,
hay mucha gente que sobra de la Semana Santa.
Eduquemos a los niños en la
valentía, y empapémonos de su ilusión y su inocencia. Ellos son la Semana
Santa, en su mirada podemos encontrar el futuro de las Hermandades y de
Sevilla. Vivan la Semana Santa con ellos y no corra, no tenga miedo, que
estando Él ¿Qué malo te podría pasar?
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