Se conoce al Diputado de Banda como al encargado de
confeccionar el repertorio de marchas para una banda detrás de una Hermandad
que realiza Estación de Penitencia. Elabora una lista de marchas junto con la
calle en la que debe ser interpretada. Aunque a veces se pasan esa lista por el
arco de la Macarena y deciden cambiar una marcha en mitad de una calle a su
antojo.
Normalmente esa lista de marchas rara vez se modifica de año
en año. Se incluye alguna marcha nueva o se elimina una desfasada por otra. Casos
puntuales o mínimos. Hasta ahí, nada criticable.
A mi parecer, creo que es necesario que dicho repertorio de
marchas sea elaborado, no solo por el Diputado de Banda, sino, además, por el
director de la propia banda. La razón es porque el Diputado de Banda usualmente
es un cargo designado “a dedo” y que en la mayoría de los casos carece de unos
conocimientos básicos de musicología, incluso sin entender demasiado el estilo
musical de la Hermandad o de la propia banda. Habrá casos en los que no.
El músico, antes de ser músico, es persona, y toda persona
tiene un límite físico. El labio como tal es un músculo que se desarrolla como
cualquier otro, y que, como cualquier otro, también soporta fatiga y se cansa y
no rinde igual que al principio del ejercicio. A lo largo de mis años como
músico, rara vez he encontrado un repertorio de marchas que mezcle marchas
“punteras” o “cañeras” con marchas más destinadas a descansar el labio, debido
a su corta duración o melodía simple.
Está muy bien tocar “Esperanza de Triana Coronada” tres
veces seguidas y tocar a continuación otra marcha que puede cansar un poco como
puede ser “Saeta” con el arreglo de Guillermo Fernández Ríos, pero piense en el
músico.
Por eso, pienso que el papel del director de una banda a la
hora de confeccionar un repertorio es importantísimo. Hay que cuidar al músico,
al igual que unos costaleros, también necesitan un descanso, y que mejor que el
director para conocer las marchas y la opinión de los músicos. Además, si el
Diputado de Banda elige una marcha de una baja calidad técnica que incluso
puede restarle valor a la Hermandad o a la banda, el director puede aconsejarte
que lo mejor es no interpretarla.
Por poner un ejemplo, cuando la banda de música del Maestro
Tejera ponía sus sones tras la Virgen de la Victoria de la Hermandad de El
Resucitado de Ayamonte, ésta le pedía a la banda que interpretarse marchas tipo
“Callejuela de la O” y marchas que ustedes ya sabréis, y Tristán Becerra
claramente se negaba a que su banda tocase tales marchas. Acto para mí que
engrandece a una banda, ya que tienen un estilo y si la contratas es lo que
hay.
Por no hablar de los capataces que libremente han querido
elegir una marcha u otra sin saber que son una basura. Aunque también hay que
decir que los capataces (si están formados y saben del tema) deben formar parte
de la comisión de elaboración de un repertorio, al fin y al cabo, son los que
mandan delante de un paso y los que conocen la forma de andar de sus hombres, y
si están más cansados en algún momento u otro.
También está muy bien como espectador ver una cofradía
siempre con música, pero piense también en esos músicos, y el esfuerzo y
sacrificio que hacen por estar ahí, y que normalmente están cansados del día
anterior por haber tocado detrás de un palio ocho horas seguidas, porque habría
otro Diputado de Banda que no le importaría reventar a un músico y llevarlo
hasta el extremo.
Por último, ante la crítica escrita anteriormente, propongo
a las Hermandades y Diputados de Bandas que aún no hacen eso, que lleven a cabo
la elaboración de sus repertorios consultando con el Director de la Banda y los
capataces, mejorareis como Hermandad.
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